Muchas Letras

26 junio 2006

Hoy, como casi siempre, me veo obligado a comentar una de esas noticias que te dejan un rato pensando cuando las lees. La noticia en cuestión habla de un tipo de tráfico ilegal, el de armas ligeras, que mata cada día a unas 1000 personas en todo el mundo, y dice que va a haber una reunión de alto nivel en Nueva York para tratar de poner freno a la circulación incontrolada de armas de pequeño calibre. Para ello se proponen establecer algún tipo de pacto de no proliferación de este tipo de armas, lo cual me parece, como no podía ser de otra manera, muy bien. Pero tras leer la noticia completa dos veces se me ocurren las siguientes reflexiones:

1ª reflexión: Soy de los que piensan que para solucionar un problema, lo mejor es ir a su raíz. El que conoce el origen de un fenónemo suele tener una visión mucho más amplia que el que se queda en la superficie, por lo puede comprender mejor lo que pasa, y obrar en conseciencia con mayor conocimiento de causa. Después de todo, a nadie se le ocurriría combatir un ataque de apendicitis únicamente con analgésicos, sin acompañarlos de alguna medida realmente curativa, ¿no?

En el caso del tráfico de armas el origen está en quien fabrica y vende esas armas. A nadie se le ocurre limitar la producción de armas (suprimirlo sería lo ideal, pero es demasiado hippie) a lo que realmente necesitan los ejércitos del mundo (hablar de este tipo de necesidades parece ridículo). Si se produce el doble de armas, los fabricantes deberían tener la obligación de justificar todas sus ventas, y los ejécitos deberían ser responsables de sus compras.

¿Por qué será que a los cocaleros sí les queman los campos de coca? ¿Harían lo mismo si el cultivo de coca lo llevase una farmacéutica? No creo...

2ª reflexión: En la noticia, se hace mención a la Asociación del rifle (cómo no, norteamericana). Estos descerebrados se oponen a cualquier limitación en cuanto a las armas que puede comprar un ciudadano de a pie, algo que en Europa nos parece demencial (esperemos que siga así). Y digo yo, ¿no les da la cabeza para ver a donde conduce esa forma de pensar? Vamos, que si mi enemigo tiene un tirachinas, yo necesito un arco, y si tiene un arco, una escopeta, y así sucesivamente... ¿Cómo narices se puede pensar que así se puede conseguir un mundo más seguro, y más libre? Mientras siga pensando así, el hombre no dejará de ser un mono con algo más peligroso que un palo entre las manos...

22 junio 2006

A pesar de todas las protestas y la controversia que ha levantado entre las comunidades internauta y cultural, además de los fabricantes de tecnología, hoy se ha aprobado la Ley de la Propiedad Intelectual, marcando un hito en la lucha contra la difusión de la cultura y poniendo de manifiesto, una vez más, el viejo poderoso caballero es don dinero. Y es que, a partir de su entrada en vigor, no sólo pagaremos el canon (auténtico impuesto revolucionario) por cualquier "soporte idóneo" para grabar y reproducir archivos (CD, DVD, ordenador, cámara digital, teléfono móvil, memorias USB...), si no que además, se restringe el concepto de copia privada a aquellas que se hagan partiendo de un original, lo que podría hacer ilegales las copias basadas en descargas de internet o en otras copias que nos presten los amigos. Vamos, que ahora sí que somos delicuentes todos. No importa si el intercambio ha disparado la difusión cultural hasta cotas nunca vistas, si el número de personas que va a los conciertos crece o si las salas de cine tienen cada vez más público. Tampoco importa que los artistas se lleven una miseria de los beneficios que generan. Lo que importa es que cuatro señores forrados hasta las cejas no dejen de forrarse hasta la coronilla. Lo de siempre. Conclusión: las leyes se hacen para defender a los fuertes, no a la gente llana. O mejor: las leyes las hacen los fuertes para defenderse de la gente llana. Si eso no es conservadurismo, que venga Pablo Iglesias y lo diga...

Que cobren el canon al comprar un CD por si se te ocurre copiar un disco de Alejandro Sanz, es como si te ponen 10 multas cuando te compras un coche por si se te ocurre ir a 200 por el centro de tu ciudad. Es para pensarlo...

Yo creo que se van a dar una buena leche con esto, porque es poner puertas al campo. El intercambio en la red es imparable, y si quieren sobrevivir tendrán que adaptarse, y no poner trabas a una revolución que ya es imparable, y que es comparable a la industrial. ¿Qué van a hacer? ¿Detenernos a todos?

14 junio 2006

¡Más difícil todavía! Al final los asalariados vamos a tener que hacer malabarismos (los que no hayan empezado ya) para llegar a fin de mes. Y es que según el Fondo Monetario Internacional, España debería abaratar el despido y contener el gasto público para ser competitiva (ver noticia en elpais.es). Es curioso que el lado más negro de estas recetas siempre repercuta en los mismos. Nosotros y el gasto social (o sea, nosotros otra vez). Al final el problema somos los que trabajamos. Lo mejor sería que no trabajásemos, ya que con nuestro trabajo estamos lastrando la economía nacional, y poniendo en peligro la mundial. Menos mal que tenemos a gente inteligente que nos hace ver las cosas como son, que si no qué cosas tendríamos en la cabeza. A saber:

a) Que a lo mejor no somos competitivos porque hay alguien que se está quedando con unos márgenes bestiales, y se está forrando... y no somos nosotros.

b) Que a lo mejor, el problema es que la gente, a partir de las 9 o 10 horas deja de ser productiva, y como no contratan a más, son pocos los que curran las 8 horitas que dice el contrato, y también la ley: B.O.E. del 29 de marzo de 1.995, ver artículo 34 (¡hace ya 11 años y todavía así!)

c) También puede ser que gran parte del dinero público (gasto social) se queda por el camino, en chanchullos y comisiones, que siempre cobran los mismos... y no somos nosotros, y no es raro que sean los mismos del primer punto.

Menos mal que nos lo explican, que si no, fíjate qué excentricidades pensaríamos. No debemos hacer caso a los constínuos anuncios de récords de beneficios, de OPAs o de fusiones multimillonarias (pero que muy multimillonarias). Todo ese dinero no influye. Influyen nuestras nóminas y nuestras indemnizaciones de despido, la rigidez del mercado laboral, que impide que las empresas puedan disponer de mano de obra barata cuando la necesite, y sólo cuando la necesite. Influyen nuestras ganas de tener vida al margen del trabajo, y también nuestras ganas de poder trabajar para poder vivir.

¡Por favor! Estamos hartos de que el que tiene y tiene, nos diga a los que no tenemos (y a los que tienen aún menos) que nos apretemos un poco para ser más competitivos. ¡No queremos competir, queremos vivir dignamente de nuestro trabajo!

Añadido el 17 de junio: 3 días después de la noticia de elpais.es, en el mismo medio, se puede ver esta noticia. Sin comentarios.


13 junio 2006

Leo hoy en barrapunto esta anotación que, una vez más, me hace reflexionar sobre lo absurdo de la propiedad intelectual. Resulta que un señor puede echar por tierra las celebraciones del Bloomsday, en homenaje al Ulises de James Joyce, para muchos una de las obras cumbre de la literatura universal del siglo XX. Y no solo eso: parece que dicho señor también se dedica a obstaculizar la creación de nuevas ediciones de la obra y a impedir las lecturas públicas y la realización de documentales sobre la novela, haciendo que sea más difícil acceder a ella. ¿Y por qué tiene ese señor el poder de hacer todo eso? No por haber participado en la elaboración del libro (1922!), si no por ser el nieto del autor. O sea, que sin haber movido un dedo para merecerlo, sin tener otro mérito que el haber nacido, este señor tiene la potestad de frenar la difusión de una obra tan importante. Da que pensar...

P.D: ¿Habrá mucha diferencia con las herencias más materiales?