Muchas Letras

26 diciembre 2006

¡Que le corten la cabeza!

Así quería castigar la Reina de Corazones a Alicia por el robo de unas tartas: la decapitación. Desde luego, como medida preventiva era de los más práctico, ya que eso aseguraba que Alicia no estaría en condiciones de robar nada de ahí en adelante...

Así deben pensar en el Reino Unido, ya que se plantean, no la decapitación, pero sí la castración (química) de delincuentes para evitar así un alto índice de criminalidad en sus ciudades. Y no sólo eso, también piensan en implantar chips con los datos personales a los criminales y en aplicarles castigos públicos, para que se avergüencen. ¡Vergüenza deberían sentir los que piensan en estos días en soluciones como esas! ¡Vivan la integración y la intimidad! Esta gente parece que se documenta viendo libros de historia medieval, cuando se castraba a los deficientes y se ponía un capirote a los ladrones para escarmiento público. Bueno, yo creo que la decapitación no está tan lejos, ¡y seguro que es mucho más efectiva!

Y no contentos con semejantes lindezas, se les ocurre que el colectivo que más delitos cometerá en el futuro es el de emigrantes (¡cómo no!), con lo cual es de suponer que se pondrán en guardia contra ellos, sin ver más allá de sus narices, sin buscar el origen real del problema. El problema no es que esta gente tenga unos genes que les inciten a delinquir (por lo tanto la castración, además de salvaje, es inútil), el problema es que no tienen recursos ni acceso a una formación que les permita desenvolverse de otra forma.

La verdad, no es que lo parezca, es que vamos hacia atrás...

La noticia: en elperiodico.com, a través de barrapunto.com. Entre los comentarios de éste último hay una cita muy acertada de La naranja mecánica de Anthony Burgess: "Yo, yo, yo. ¿Qué hay de mi? ¿Dónde entro en todo esto? ¿Soy un animal, o un perro? ¿No soy más que una naranja mecánica?"

El timo de la estampita.

Cuando inicié este blog me propuse no hablar nunca del tema de la informática, más que nada porque me paso todo el día entre ordenadores y me gusta desconectar para mantener un nivel de frikismo más o menos aceptables. Hoy voy a hacer una excepción, y es que el tema lo merece (creo yo). Yo soy usuario y defensor del software libre ya que creo que el conocimiento libre ayuda a reducir las diferencias (muchas veces abismales) entre los que tienen y los que no tienen, y por lo tanto es más justo que el privativo.

El caso es que al defender el software libre me suelo encontrar con quien dice que claro, que "cuando te bajas linux no tienes garantías de que funcione, y si falla te deja colgado". Siempre utilizo argumentos (creedme, tengo muchos) como que si necesitas la seguridad de que aquéllo no te va a dejar tirado, puedes recurrir a profesionales que te garanticen un funcionamiento correcto (o sea, informáticos cualificados) y listo. Pero el otro día, en un momento de debilidad friki me leí las licencias de uso de WindowsXP y el flamante y novísimo Windows Vista, y encontré un nuevo argumento que tira por tierra cualquier intento de defensa del modelo tradicional: ¡la garantía de Microsoft sólo cubre los primeros 90 días de funcionamiento de sus sistemas operativos! Y además, si por culpa de una falla del sistema uno pierde, por ejemplo, datos críticos para su negocio... se jode, porque la garantía únicamente asume el importe pagado por la estampita que garantiza (manda huevos) que el software es original. ¿No es esto una tomadura de pelo?

La pregunta entonces es obvia: ¿por qué pagar por algo que funciona mal, que no ofrece más garantías y que no es eficiente, si puedes obtener lo mismo de forma gratuita (y libre)? Respuesta: Porque Microsoft se gasta una pasta enorme en hacer marketing y en publicidad.

¿Quién gana y quién pierde con la descarga de música?

Haciendo una visita al blog de David Bravo me encuentro éste revelador enlace, en el que se explica quién gana y quién pierde en el mundo de la música con esto de las redes P2P. Como resumen me quedaría con la siguiente frase: las ventas de discos han disminuido para el 25% de los artistas que más venden pero han aumentado para el 75% restante. Bastante esclarecedor, ¿no?

Por otro lado, uno lee cosas como que el ministerio de cultura va a gastarse casi 3 millones de € en la nueva campaña contra la difusión libre de la cultura, o lo que es lo mismo, contra lo que llaman piratería (por cierto, ¿eres un pirata?). Aquí están los enlaces en barrapunto.com y elpais.com.

No hace falta ser un prodigio intelectual para darse cuenta de a quién defiende el Ministerio de Cultura... ni a los artistas ni a la difusión de su obra, claro está.

13 diciembre 2006

Mil años taradó en morirse...

Mil años tardó en morirse,
pero por fin la palmó.
Los muertos del cementerio
están de Fiesta Mayor.
Seguro que está en el Cielo
a la derecha de Dios.
Adivina, adivinanza,
escuchen con atención.
A su entierro de paisano
asistió Napoleón, Torquemada,
y el caballo del Cid Campeador;
Millán Astray, Viriato,
Tejero y Milans del Bosch,
el coño de la Bernarda,
y un dentista de León;
y Celia Gámez, Manolete,
San Isidro Labrador,
y el soldado desconocido
a quien nadir conoció;
Santa Teresa iba dando
su brazo incorrupto a Don
Pelayo que no podía
resistir el mal olor.
El marqués de Villaverde
iba muy elegantón,
con uniforme de gala
de la Santa Inquisición.
Don Juan March enciende puros
con billetes de millón,
y el niño Jesús de Praga
de primera comunión.
Mil quinientas doce monjas
pidiendo con devoción
al Papa santo de Roma
pronta canonización.
Y un pantano inagurado
de los del plan Badajoz.
Y el Ku-Klus-klan que no vino
pero mandó una adhesión.
y Rita la cantaora,
y don Cristóbal Colón,
y una teta disecada
de Agustina de Aragón.
La tuna compostelana
cerraba la procesión
cantando a diez voces clavelitos
de mi corazón.
San José María Pemán
unos versos recitó,
servía Perico Chicote
copas de vino español.
Para asistir al entierro
Carrero resucitó
y, otra vez, tras los responsos,
al cielo en coche ascendió.
Ese día en el infierno
hubo gran agitación,
muertos de asco y fusilados
bailaban de sol a sol.
Siete días con siete noches
duró la celebración,
en leguas a la redonda
el champán se terminó.
Combatientes de Brunete,
braceros de Castellón,
los del exilio de fuera
y los del exilio interior
celebraban la victoria
que la historia les robó.
Más que alegría, la suya
era desesperación.
Como ya habrá adivinado,
la señora y el señor,
los apellidos del muerto
a quien me refiero yo,
pues colorín colorado,
igualito que empezó,
adivina, adivinanza,
se termina mi canción,
se termina mi canción.

Joaquín Sabina "Adivina, adivinanza" (1.981)

Por fin se murió el dictador Pinochet. Pena el no haberlo visto en el banquillo de los acusados, pero al menos no se libró de la persecución legal. Después de todo lo que hizo y todo lo que parece que robó, aún hay gente que le defiende, lo que prueba la naturaleza del pensamiento de derecha: la negación del pensamiento.