Muchas Letras

06 agosto 2006

Una vez más, las noticias son el motivo de que escriba. Esta vez se trata de ésta que publica elmundo.es, y que viene a demostrar que la mejora en la competitividad no pasa por el estrujamiento de los trabajadores, que es el modelo más extendido en España. No se trata de que hagamos más horas, ni de que sea más barato y fácil despedirnos. Se trata de formarnos, de hacer más efectivo nuestro trabajo, de invertir en mejoras en los productos y los procesos. Vamos, se trata de aumentar el gasto. Lo malo es que eso supone recortar los márgenes, y eso el empresario español no lo entiende. Quiere beneficios récord en cada ejercicio siguiendo la máxima "reducir los gastos y aumentar los ingresos", o lo que es lo mismo: "aumentar los márgenes". Lo malo es que se suelen utilizar otros medios en lugar de la inversión: reducción de plantilla, explotación de los empleados restantes y reducción de salarios, directamente o aumentanto la parte variable en función de los objetivos. Con esto se obtiene un producto de menor calidad, ya que un empleado descontento no realiza su labor igual que uno satisfecho con lo que obtiene por su trabajo. Además, un empleado que hace 9 o 10 horas al día no rinde igual que dos que hacen 5 o 6. Así únicamente se puede competir en el segmento de las gamas bajas, y malamente. Esto es no tener visión, quedarse en el ahora y no ver al futuro.

Con este modelo, el trabajador está devaluado, cuando en realidad es una pieza fundamental del mecanismo. Sencillamente, sin trabajadores no hay empresas. El empesario tiene que arriesgar su posición y poner más esfuerzo, ya que si todo funciona es el que más gana. Si el empresario no arriesga su dinero, si no pone capital en la mesa, el negocio se basa exclusivamente en el trabajo de sus empleados, y eso no es justo porque si la empresa tiene éxito no serán éstos los que se lleven los beneficios, y si en cambio la empresa fracasa ellos serán los que más pierdan: su medio de subsistencia.

Pero lo peor de todo no es todo ésto. Lo peor es que los propios asalariados hayan asumido como normal esta situación y que incluso la justifiquen. No quiero decir aquello de "el enemigo es el patrón", si no "el enemigo es el patrón que explota a sus empleados". Lo que pasa es que la gran mayoría son de éstos últimos...