Muchas Letras

25 julio 2006

Todo vale. No hay límites con tal de hacerse con la audiencia. Ésta parece ser la filosofía de Antena 3 que, para competir con las otras cadenas no se ha cortado y ha presentado un programa tan increíble como Libertad vigilada. El programa en cuestión consiste en encerrar a un grupo de chicos y chicas (entre 18 y 24 años) en un hotel para que se desmadren, y que lo vean sus padres. No hace falta ser un lince para imaginarse a qué tipo de actividades se entregan los concursantes... Yo no lo había visto nunca, pero hoy he caído en el programa y me he encontrado a dos de los chicos apostando a ver cual aguantaba más bebiendo alcohol. Resultado: 6 cervezas y creo que 8 cubatas han bastado para que podamos ver a un chaval vomitando sobre sí mismo, mientras está sentado en la cama. Realmente edificante, sí señor. A la altura de Redes de Punset.

Y aquí es donde yo planteo la cuestión de la televisión pública. Hay quien dice que su programación debe competir con la de las televisiones privadas. ¿Realmente debería RTVE emitir una cosa así si el público lo pidiera? Yo creo que no, porque la televisión pública es eso, un servicio público, y debe ser un servicio de calidad, no un producto de consumo. Está claro que establecer los criterios para definir una programación de calidad es muy difícil, pero sin duda hay algunos límites que nunca deberían ser cruzados. Una televisión pública debe informar, difundir la cultura, fomentar el debate y la tolerancia, entretener (sin embrutecer) y no caer en la tentación que supone el todo vale por conseguir más audiencia. No es un imposible y ya tenemos un ejemplo a seguir aquí, en España: la radio pública. RNE tiene varios canales, todos ellos de gran calidad, que no luchan con las privadas para conseguir más audiencia. De hecho, ni siquiera emite publicidad que no sea de la propia casa. Éste es el modelo que hay que aplicar a la televisión pública.

Sobre la financiación hay quien dice que una televisión pública que dé pérdidas no es sostenible. Esto es una burrada semejante a decir que una Dirección General de Tráfico que no recaude más de lo que gasta no es sostenible. ¿Se imaginan a la Guardia Civil poniendo multas para financiar la construcción de las carreteras? El gran problema financiero de la televisión pública es el despilfarro, no la falta de ingresos. El estado no puede pretender ganar dinero con una televisión pública, pero sí puede intentar optimizar los recursos que se asignan a tal servicio. Hace unos meses oí en Radio3 que su presupuesto anual era de unos 246.000 euros (unos 41 millones de pesetas), y que eso era lo que costaban un programa y medio de Pepe Navarro. El programa de Pepe Navarro lo quitaron al poco de estrenarse... mientras que Radio3 lleva 26 años divulgando la cultura por todo el país. Un dato para pensar...