Muchas Letras

22 enero 2007

Que la suerte te acompañe...

Normalmente, cuando uno se presenta a un examen, sus amigos le desean suerte empleando varias fórmulas para ello: desde el clásico y escueto "¡suerte!" al escatológico "¡mucha mierda!", según sean la confianza y las circunstancias del examinado. Lo que no sabían los sufridos opositores a plazas del concello de Lalín es que, en su caso, poco o nada podría hacer la suerte para aclarar su futuro como funcionarios. El caso es que, independientemente de lo preparados que fueran los opositores, había otros factores que eran decisivos a la hora de adjudicar la plaza. Y si no que se lo digan al grupo socialista de la villa, que hizo dos quinielas con los nombres de las personas que creían que ganarían los puestos... ¡y acertaron todos en las dos! La noticia en lavozdegalicia.es.

La verdad es que lo único que me sorprende es la original y efectiva forma de llamar la atención sobre el caso que han seguido los del PSOE. Yo mismo he visto cómo se selecciona al personal en una empresa pública para la que trabajé hace unos años: primero se escoge al candidato, se monta el paripé (perdón, proceso) de selección para que se presente el candidato y dos o tres pringaos de bulto. El número depende de los requisitos legales. Por supuesto que la oferta se adapta como un guante al candidato y es muy poco probable que alguno de los pringaos cumpla al 100% los requisitos, por lo que sus posibilidades son sencillamente nulas. Un día llaman al afortunado candidato y le dan la buena nueva, y listo! Lo sé porque yo jugué el papel de candidato (sí, el afortunado) después de un año de becario, eso sí, y sin tener ningún gen común con nadie de la empresa. Y tuve que esperar porque la plaza se ajustaba tanto a mi que nadie se presentaba... Así entré yo en el mundo laboral después de un par de becas. Reconozco que no es la mejor forma y por ello entono un mea culpa.

Desde luego que no era una oposición y hoy ya no trabajo para el Estado (no directamente, al menos), pero viendo las cosas que vi allí dentro no me sorprende ya nada: vi cómo mucha gente ascendía más allá del umbral de su incompetencia (donde normalmente se deja de ascender), cómo se destruían documentos masivamente con el cambio de gobierno, cómo se amañaban los concursos de compra de material, cómo se tenía a trabajadores sin hacer nada, día tras día, únicamente por joder o por no saber dar la cara... Por no hablar de los chanchullos con la Universidad.

En fin, un escándalo y una vergüenza. Si se sacara verdadero partido a todos esos recursos seríamos la bomba, pero mientras tanto... ¡que la suerte nos acompañe!