Muchas Letras

28 mayo 2008

La paja en el ojo ajeno

Muchas veces nos escandalizamos por cosas que pasan en otros sitios y que nos parece increíble que aún hoy sucedan. Y la mayor parte de las veces es cierto que es inconcebible que aún quede gente que piense de esa manera tan retrógrada. El problema viene cuando vemos cosas parecidas en nosotros y no somos capaces de aceptar que nosotros también padecemos ese mal (porque ser retrógrado es un mal, se mire por donde se mire).

Bueno, el caso es que estaba yo navegando por la red (¡qué raro!) cuando me encontré con esta noticia: Dos hombres son detenidos por sodomía en Carolina del Norte. ¡Horror! ¿Cómo pueden ser así estos yanquis? Cada uno hace con su cuerpo lo que quiere mientras no haga daño a nadie. Seguro que hay parejas heterosexuales que son infinitamente más desagradables de ver en plena acción. Incluso puede que sean más ruidosos y guarretes en sus comentarios. Que te detengan por follar distinto es como si te detienen por comer, caminar o peinarse distinto. No tiene puto sentido.

¿Estamos de acuerdo? ¿A todos nos parece un escándalo? Bien, vamos a ver la siguiente noticia: El nudismo se multará en las playas de Alicante y no en plena calle. Yo no pondría el acento en el hecho de que ir desnudo por la calle no es delito (salvo si es para provocar o exhibirse ¡¿?!), si no en que sí lo sea en la playa.

Yo vivo en Vigo, entorno paradisíaco con playas increíbles por todas partes, así que de playas algo entiendo. Y de playeros también. El caso es que he visto gente en la playa con bañadores, bikinis y ¿trikinis? que resultaban realmente dolorosos de ver. Incluso he visto turistas con bronceado que, estoy seguro, no sólo eran dolorosos de ver. He visto hasta gente vestida de calle en la playa, ¡con el calor y todo! En fin, como diría aquel: "He visto cosas que vosotros no creeríais...". El caso es que nadie se escandaliza. A nadie se le ocurre prohibir tales horrores y aberraciones. Sin embargo, sí prohiben ir desnudos a la playa, aunque el playista tenga un cuerpo que ni las esculturas griegas, que resultan agradables a la vista.

Ya sé que son cosas distintas, follar distinto y el nudismo, pero ambos escándalos son síntomas de un mismo problema: el puritarismo enfermizo, que tiene la manía de meterse en la vida del prójimo porque nos amarga que disfrute. Somos una panda de amargados por el gozo ajeno. Esto sí debería estar prohibido.

18 mayo 2008

¿Del pueblo y para el pueblo?

No, ni de coña. De los ricos y para los ricos. Éste es el eje central de un artículo que he leído recientemente, y que trata sobre la economía: una ciencia hecha por los ricos, para los ricos. Muy lúcido, creo que de obligada lectura para cualquiera que esté interesado (ya no digo preocupado) por el camino que lleva la economía mundial, especialmente en estos días de crisis. Aquí os dejo el enlace: La economía es una ciencia elaborada por y para los ricos, por Joaquín Guzmán, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla. Vamos, que algo sabe del tema.

Resulta que uno ve las noticias, lee los periódicos o escucha la radio y oye cosas como que los bancos no se fían unos de otros, que las multinacionales despiden gente porque tienen que recortar gasto (nunca beneficio, ¡faltaría más!) o que los de la construcción (pobrecillos ellos) piden dinero al gobierno para salir del bache, como si no llevasen años ganando pasta a mansalva en lo que alguien definió muy acertadamente como orgía de beneficios. Sí, estas cosas son interesantes y nos inquietan porque, en mayor o menos medida, nos afectan. Sin embargo hay noticias económicas mucho más importantes y dramáticas: esas que nos hablan de cómo están sufriendo los más pobres los efectos de nuestra histeria económica. Y no son cuatro muertos de hambre (qué crudo y despiadado es el lenguaje a veces, ¿verdad?). Estamos hablando de miles de millones de personas.

Tenemos el síndrome del insaciable, que nos lleva a no conformarnos con nada de lo que tenemos. Necesitamos televisores de tamaños que hace poco ni imaginábamos, por nuestras calles circulan coches que parecen tanques y estamos endeudados hasta las cejas, sólo para llevar un ritmo de vida que no podemos permitirnos. Somos unos nuevos ricos, pero sin dinero, sólo con deudas. Nuestro sistema es sencillamente una huida hacia adelante, y como todas las demás, no puede tener un final feliz.

Este fin de semana alguien me contó una historia que creo que ilustra bien esto de que estoy hablando: resulta que a mi amigo su empresa le pone un coche por el que no paga nada (ni gasolina, ni seguro ni nada). El coche es un Skoda Octavia, que no está nada mal. El caso es que, hablando con sus compañeros, que también recibirían el mismo modelo, alguno se quejaba porque era un Skoda, marca económica del grupo Volkswagen. No les cuesta un duro, es un coche cojonudo y se quejan porque quieren más. Sufren porque no llevan un Audi.

Nosotros tenemos la enfermedad y ellos, los pobres, la padecen. No parece muy justo.

11 mayo 2008

Cuando los malos somos nosotros.

Acabo de leer un artículo de opinión en elpais.com que me ha parecido de lo más acertado y lúcido, y por lo tanto os recomiendo su lectura: Vergüenza, de Carlos Ordóñez Ferrer.

El caso es que me ha hecho pensar un poco sobre la percepción que tenemos los europeos del mundo. Somos, por lo general, poco amigos del imperialismo norteamiericano; no nos gusta el intervencionismo de Bush, sobre todo por lo interesado que es siempre; nos escandalizamos al ver cómo invaden países y derrocan gobiernos (a veces democráticos) por puro egoísmo patriótico... Y luego somos incapaces de reconocer esos comportamientos en este lado del Atlántico. Nosotros somos iguales a ellos, pero recubiertos de una película de cultureta, cilvilización hipócrita.

La verdad es que yo ya había experimentado esta sensación cuando fue la invasión de Irak (si antes, no lo recuerdo), no sólo al ver que España apoyaba tal aberración, si no al ver que Europa, con todo su supuesto poder, no era capaz ni de toser al conglomerado empresarial (eso es lo que fue) invasor. Yo tenía entonces la (irracional) idea de que nosotros éramos los guardianes de lo civilizado, superiores en eso a los yankis. Gran error: somos un grupo de países medio arrejuntados en torno a una moneda (el dinero es nuestro pegamento) que no son capaces de ser lo suficientemente honestos para reconocer que están tan dominados por las empresas como los estadounidenses. Lo de ellos es horrible, pero lo nuestro, esta ceguera voluntaria, esta hipocresía barata producto (u origen, no lo tengo claro) del conservadurismo más rancio, es aún peor y más peligroso.

Poner fronteras a la gente que se muere de hambre mientras les chupamos la sangre es lo peor, lo más primitivo, incivilizado, violento... norteamericano que podemos hacer. Pues lo estamos haciendo.